lunes, abril 20

COMUNION ESPIRITUAL





Cuando no puedan comulgar ni oír Misa, pueden comulgar espiritualmente, que es de grandísimo provecho. Es mucho lo que se imprime el amor así del Señor». Sta Teresa

La comunión espiritual implica tres condiciones:
1) Expresar nuestra fe (Credo) y de modo particular en la presencia real de Cristo en la Eucaristía;
2) Expresar el deseo inmediato de estar unidos sacramentalmente con Cristo en la Eucaristía; y
3) Expresar nuestro deseo de permanecer unidos con Cristo y disfrutar los frutos que se nos proporciona la recepción sacramental de la Eucaristía.
Cada vez que se ofrece la Eucaristía al Padre, por lo tanto, se ofrece el Cuerpo de Jesucristo y se ofrece con él la Iglesia Cuerpo Cristo. De ese ofrecimiento se benefician incluso los no asistentes porque redunda en toda la vida y misión de los miembros de la Iglesia terrestre, pero también purgante. Aquí es donde, ante la imposibilidad de acudir al sacramento eucarístico podemos unirnos místicamente (espiritualmente) al sacrificio de Cristo mediante la comunión espiritual. No estamos abandonados ni por Dios ni por la Iglesia, por graves que sean las circunstancias de guerra, peste o pandemia.
 La ausencia de sacramentos (signos sensibles portadores de la gracia) no significa ausencia de gracia: «La gracia no está sometida a los sacramentos» (Catecismo de la Iglesia Católica, 1275). Ciertamente los sacramentos son los medios ordinarios de acceso a la gracia, a la vida de Cristo muerto y resucitado. [...] En situaciones de impedimento para acceder a la Sagrada Comunión tenemos un «remedio» a nuestro alcance: hacer un acto de comunión espiritual.

P. PABLO CERVERA

Creo, Jesús mío, que estás realmente presente

en el Santísimo Sacramento del Altar.

Te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte en mi alma.

Pero como ahora no puedo recibirte sacramentado,

ven al menos espiritualmente a mi corazón.

Se hace una pausa en silencio para adoración.

Como si ya te hubiese recibido, te abrazo y me uno del todo a ti.

No permitas, Señor, que jamás me separe de ti. Amén».

Otra fórmula muy sencilla y muy extendida es:

 «Yo quisiera, Señor, recibirte con aquella pureza,

humildad y devoción con que te recibió tu santísima Madre;

con el espíritu y fervor de los santos».

S. Alfonso M Ligorio

Yo quisiera, Señor,  recibirte con aquella pureza, humildad y devoción con que te recibió tu santísima Madre con el espíritu y fervor de los santos.

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